Monday, March 23, 2009

America A La Deriva De Los Buitres


Este cuento lo relata en primera persona Porfirio Rompecadenas, un joven natural de Buenos Aires y es el escritor es Azael Vigil.

Algunos momentos históricos no avisan su llegada. Fue así, que un día menos pensado sucedió lo menos esperado. Ni las profecías de Nostradamus, ni las pirámides de Egipto predijeron tan magno evento. No obstante, la probabilidad de la presencia de manos sórdidas humanas en el asunto quedaba más que evidente. La humanidad se dividía, no en dos, ni en tres, ni en cinco, sino en multi-micromundos. En aldeas aisladas por grietas profundas.



El inaudito caso fue que la costumbre mundial de usar líneas divisorias fronterizas para fragmentar los países, al mejor estilo José Saramago, fue rotundamente abolida. No más murallas, cercos o muros. Al principio la noticia fue recibida con gran afán, pues se creía que aquel acto mejoraría la comunicación y las relaciones entre los países vecinos. ¡No mas murallas, no mas cercos! Era el slogan popular de toda mi linda América.

Como perpetuamente modus operandi, los políticos y demagogos de la región con sus elocuentes fatuas promesas de campaña y, sus teorías arcanas de la revolución cubana y el panfleto dudoso de Hugo Chávez, prometían un mundo mejor. Ya el Capitalismo años antes había sido extirpado de raíz. El Marxismo y el Comunismo, en contra de toda la lógica de su fracaso en Europa y la vieja Unión Soviética (Ahora convertido en paraíso de gángsters), lugar que lo vio nacer, fracasar y morir, ahora reinaba en todo el continente. Las revoluciones bolcheviques, Castroskis, Che-venoskis y Chavezoskis, ocurridas todas simultáneamente de punta a punta en el continente habían dado luz a una forma distinta de gobierno semi-quimérico, popular. E ignorando la nata acumulada de la sabiduría Francesa de que toda revolución termina en tiranía, y aun observando la revolución cubana convertida en aparato de control colectivo represivo, la revolución en América se volvió una verdadera moda china.

Los jóvenes, como siempre, renovadores, soñadores y emprendedores, con el corazón lleno de esperanzas y el inocente deseo inmenso de justicia social, una vez más, habían sucumbido a las nociones viejas, anticuadas e inefectivas teorías políticas de sus abuelos. Con sed de conocimientos profundos y espíritus de rebelión, gritaban certeros que en el sistema capitalista, el Dollar se convirtió en Dios, y si Dios en realidad existía entonces resultaba conveniente no creer en él, pues era un dios materialista. Ese fue el argumento angular que derrocó al sistema. En la nueva política, los centros universitarios se convirtieron en centros de indoctrinacion/hipnotización masiva, y todas las religiones fueron expulsadas. El estado como máximo supremo y la juventud como sirvienta de este.

Como es bien sabido, el Ateismo es tierra fértil para germinar ideas aun más fútiles y lóbregas que las se están negando, pues sino, la revolución no es considerada completa: Revolución contra todo y contra todos, con Dios incluido en la ecuación. Y fue de esta forma como el Estado llegó a ocupar el puesto de Dios. Todo pertenecía al Estado, las escuelas, los hospitales, el destino y las vidas de los ciudadanos, las fábricas, y el amor. El Estado lo era todo, y demandaba completa subordinación y ciega obediencia. La idolatría del líder carismático era exigida y existían ciudadanos que lo consideraban un Mesías, aunque este fuese un cruel dictador. Todo aquel que disentía era perfectamente fusilado en una plaza pública o felizmente encarcelado en cuevas clandestinas. Todo iba de maravillas para los líderes de dicha revolución. La opinión popular aun con el sopor eufórico en los ojos, masoquistamente cedía y brindaba toda su voluntad de poder personal en los altares de aquel grupo de charlatanes con boina y sin disfraz, los Barones Izquierdistas.



Unas cosas no están hechas unas para las otras y creer que Dios no existe no significa que el Diablo tampoco. Después de varias décadas en el poder, ya pasada la embriaguez de las revoluciones, ya terminada esa cortica luna de miel, el lobo sacó sus garras. Nuevas guerras se iniciaron con la irreverente excusa de que unos países se creían más ortodoxos o menos comunistas en sus doctrinas que otros. Se cambiaban los libros de historia, sumándole y restándole todo lo inconveniente que el líder encontraba. Una nueva casería desenfrenada de disidentes se desató y muchos que años antes vistieron la camiseta de Che Guevara orgullosamente, ahora eran fusilados o encarcelados por traición a la patria. Llegó a tal extremo aquella guerra interna y externa que todos los lideres concordaron en dividirse sus conquistas, pero como a ellos les gustaba hacer las cosas diferente aunque fuesen menos efectivas, optaron en construir un nuevo modelo de fronteras nunca antes visto. En vez de erigir una muralla vertical hacia arriba por toda la frontera, se construiría una hendedura en la tierra, un barranco parecido a una falla sísmica de 100 metros de profundidad por 50 de ancho. La idea fascinó a todos y la tumba infernal fue construida, ahora en vez de subir para cruzar una frontera, se tenía que bajar al infierno de Dante primero y si salías vivo para contarlo, entonces solo te cortaban los pies y te sacaban un ojo al llegar al país vecino. Todos los países del continente Americano excavaban precipicios en sus fronteras haciendo de cada país una aldea aislada y bloqueada ante todo lo que viniese más allá de sus confines. Los Chávez, y Los Castros convertidos en dinastías royales, cedían el poder o el trono a sus descendientes sanguíneos, y al lema comunista de que "Todos somos iguales" contestaban burlesca y vulgarmente que "Algunos somos mas iguales que otros."

Al transcurrir el tiempo, las sociedades volvían a fragmentarse entre clase dominante, intelectuales, dictadores, generales y la masa. Las sociedades comunistas se convertían precisamente en el monstruo que habían derrocado.

En un mundo en el que la Derecha ha sido vencida, y la Izquierda hace de sus adeptos crueles fanáticos y lunáticos, ser ambidextro es una virtud cardinal.

Cabe cuestionarse, ¿cual será el nuevo concepto filosófico que ayudará a nuestra America adorada a salir de las cavernas que ha caído? ¿Seguirá recogiendo las sobras filosóficas de Europa que caen de la mesa como insinua Galeano? ¿Seguirá de espaldas al sol, imitando vulgarmente las sombras del pasado sin aportar nada original? ¿O finalmente parirá su propio destino de la mano de sus hijos Naturales?

Mientras tanto, aquí estoy yo, Porfirio Rompecadenas de Buenos Aires, en esta grieta negra, oscura y divisoria, (soñando) esperando el llamado a crear nuestro propio destino y hacer de una vez por todas que la paz y la armonía reinen por cien años en toda la América de mi alma

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