Tuesday, August 11, 2009

Juan Aragón Puñales

Publicado: 06/08/2009 - 17:08


" Los individuos que se aplican etiquetas a si mismos están diciendo 'Soy en esta área un producto acabado y nunca voy a ser diferente'. Si eres un producto acabado, envasado y expedido, has dejado de crecer." Si has dejado de crecer, no sigas leyendo.



Juan Aragon Puñales... Ahí estaba una vez más proclamando a los cuatro vientos su ilimitado repertorio de conjeturas huecas. Todo lo que dice, luego lo contradice sin darse cuenta. Es un neurótico solterón provinciano, que cansado de coger ovejas, gallinas y su perra Conciencia, le ha dado por creerse un escritor con la intención de conseguir novia o quien sabe, quizá, marido. Escandaloso como ladilla de burdel, y mas perdido que los laberintos de Buñuel.

Ahí estaba una vez más. Gritando con brama solterona y con la misma cantidad de fe que se necesita para creer en cualquier cosa : " Yo no creo en Dios." Lo decía con la intención de presentarse como un sujeto 'emancipado, ilustrado, libre.' Sin embargo, la evidencia de sus actos, y la ciega manía ancestral de creerse más civilizado que todos, junto con su pseudo inteligencia producto de su aislamiento cultural mas la falacia de su etnocentrismo, lo convertía en el perfecto hijo de la gran puta. El era feliz, creyéndose todo lo que pensaba, aún careciendo de criterio propio. Yo también era feliz, aprendiendo de sus tantas burradas, perdón, escritos. La verdad era que el tipo era un copión, pues quien carece de criterio propio plagia todo a su alrededor, apropiandose de lo ajeno y presentándolo como propio. Hasta sus opiniones eran prestadas. Era un árbol hueco a la merced de su vanidad, vivía del exterior hacia adentro y su interior era un calabozo de principios caducos y malsanos, su propia tumba.

-"Me cago en la hostia"- decía Juan Aragon Puñales, "Yo solo creo en mis principios y valores. Y tú, eres de izquierda o de derecha pues yo sé la suprema verdad de que el centro no existe. El centro me recuerda al perro que persigue a su propia cola. Solo yo sé la verdad. Seguidme leyendo que soy la ultima voz Ibérica, el Nietzsche hispano. Dios y el demonio han muerto, no existen."

Está de más explicar que Juan Aragon Puñales creía que se dirigía a una tribu, dique 'inditos precolombinos", olvidando que en nuestra América siempre ha habido sabiduría y hemos sabido aprender a defendernos de todos los vende-dioses y ateos del viejo mundo. Siempre hemos tenido nuestros propios dioses y creencias, pero nunca nos hemos creído un producto acabado sino que en constante armonía y cambio. No obstante, este joven escritor de plumas y mascaras persistía en su afán de ofenderle la inteligencia a todo cuanto aquel pasara por el frente.

Un día menos pensado, justo a la hora de los muertos, Juan Aragon Puñales fue visto en el cementerio de Santiago de Compostela profanando cadáveres , repitiendo blasfemias de moda. Cada vez que duerme, hace el amor con los muertos en el purgatorio, tal mal-gitana cogiendo por el culo. De repente, entre el sueño y el despertar, escucha una voz en la oscuridad que lo llama demandante-mente, "!Juan, Juan! El pobre Juan se caga en el pantalón pa' enseguida y comienza a temblar tal si hubiese visto al mismito Demonio. Súbito, la voz se volvió más aspera y tenebrosa en los oídos del dique escritor, pero esta vez si reconoció de quien era la voz que inundaba sus oídos. El miedo y el temor eran evidentes en su cara, sudaba por todo el cuerpo, era una escena cotidiana, era una voz de ultra-tumba femenina que lo trataba como a gitano-mal querido o como a medio payo mal concebido.

-Juan, Juan! Cambiame la bacinica mal-hijo. Debí abortarte cuando tuve tiempo. Coño! me cago en Dios y su puta madre! Donde te has metido jilipolla, tan grande y tan manganzón. Donde estás mamoneando. Seguro que que estás jugando con el falo erecto de Satanás, ya deja ese perro quieto. Apurate, vaya y voteme los miados rapidito, luego limpias la casa mientras yo le leo las cartas a los clientes.-

Y luego la voz femenina sentenció a Juan de esta manera, con una verga larga en la mano lista pa' embestirlo. "Ni Dios, ni el demonio, ni el amor ni las mujeres son dignos de respeto. Solo el odio es sincero."

Lo que sigue,ya todos nos podemos imaginar....

No comments:

Post a Comment