Thursday, March 12, 2009

Jaime El Sicoloco


El otro día hablando con un amigo muy querido mío, me di cuenta de muchas cosas. Resulta que Jaime es psicólogo, especialista en psicoanálisis, y más que nada, psicología criminal. Nos proporcionábamos un par de vinitos tintos argentinos y chilenos, a la par de un tequilita Patroncito Mexicano tal como la ocasión lo requiere. A él también le gusta fumar Monte Cristos o habaneros de preferencia, hecha humo como un tren cuesta arriba. El y Yo tenemos los mismos gustos en cuestión de desenfrenos. Sépase, estilo de vida, sexo y rock and roll, aunque yo ya estoy fuera de circulación, por mis años, responsabilidades y fidelidades domesticas. El es un solteron que viaja a Ámsterdam todos los años como juez ejecutivo del majestuoso carnaval Canabis que se celebra en esa bella ciudad. Viaja por todo el mundo, siempre trae lindas anécdotas de los lugares que visita. Me recuerda a mis años mozos. Tiene 38 años de edad. Se ha educado en las mejores universidades de los estados Unidos. Habla y escribe bien español e ingles, es bilingue cien por ciento, pero no bi-cultural.

Como les contaba, mientras terminábamos la quinta botellita de tinto, me pregunta a quema piel, así a la Sigmund Freud, pero con acento salvadoreño:

"¿Mira, Lito, y si vos no hubieras estudiado donde crees que estuvieras? Me refiero a que, si vos crees que la educación ha influenciado tu forma de ver al mundo, a la sociedad, al individuo y tu forma de actuar."

Yo honestamente, nunca me había puesto a pensar en eso, no sabía que contestarle. Lo pensé un segundo, que con vino significa una hora, y respondí:

"Sí, claro que la educación me ha ayudado a cambiar mi forma de ser, lo contrario significa no haber aprendido nada. Pero también la variable del ambiente, o el contexto donde uno se educa es responsable de mi cambio. O sea, la sociedad en la cual uno se educa, quiéralo o no, determina la influencia que la educación tiene en uno. Hablo de mi caso en particular, y no quiero que creas que generalizo."

Pausé un instante, tomé un sorbo de la copa y, Jaime me observaba, casi invitándome a que terminara de explicarle. Entonces continué:

"¿Imaginate Jaime? En una sociedad que abiertamente celebra el merito individual, y no el linaje o conexiones sociales bajo de agua, una sociedad que si el individuo se esmera y tiene una meta definida puede alcanzar a desarrollar todo su potencial, es sin duda una aditivo al desarrollo educativo de un individuo. Claro lo digo en forma de una metáfora. Y no quiero decir que es una sociedad perfecta por que también tiene sus cagadas. Pero por lo menos valora, si hay talento individual. Si yo hubiese estudiado en cualquier país de centro América y hubiese llegado a ser abogado por ejemplo, tan solo sería el abogado de los pobres y aunque fuese el mejor abogado de mi promoción. Los espacios sociales con sus cuotas promociónales de ascenso son bien estrechas. El poder se mantiene por herencia a través de un sistema social definido por sanguíneas maniobras, evidentes cuando se mira de cerca la misma historia aun presente en nuestros días. Hasta a nuestros hijos les dan el cariñoso apelativo, "El hijo del abogaducho ese!" Negándose a removerles dicha estigma a nuestras futuras generaciones la cual utilizan para mantenerse eternos y seguros en el trono. O sea que estamos hablando de marginación social, de un sistema clasista que antes de uno nacer ya tiene un puesto designado sin importarle tus meritos y talentos innatos. A los artistas los miran de reojo. Si eres poeta te tildan de resentido social, loco, o romántico empedernido, pero si hablas y escribes en el dialecto de ellos entonces te dan un Premio Nóbel. Así son las cosas, o por lo menos como yo las veo," terminé diciendo.

De repente, me doy cuenta que Jaime está anotando algo en su agenda, casi sin ponerme atención. Luego me dice otra vez, por que a él ya con sus tragos no lo puedes sacar del psicoanálisis, solo de esa mierda habla, pero a mí me gusta, que puedo hacer. Lo veo una vez al año y de puro milagro, siempre anda viajando. Sirviendo una copita mas, me mira a los ojos de una forma rara, como queriéndome linchar:

"Vos tenes alma americana, queres a este país. Y estas resentido con la imagen de tu padre, a lo mejor no te criaste con él y es por eso que le hechas la culpa a El Salvador por robarte tu niñez. Te ha puesto que peleas hasta con Dios más de tres veces al día. Y te digo esto por que yo solo te pregunte si la educación ha influido en ti y en tu forma de ser, y tú me sales con esas diarreas verbales. Te recomiendo que nunca practiques la política pues serías la cagada completa. Esta bien que seas educador, pero deja la política aun lado. Ahora contéstame si aun amas nuestro país que nos vio nacer y luego te dejo tranquilo, pues estos tequilitas junto con el vinito ya me están trabando la lengua y vos te estas saliendo de tus casillas: ¿Queres al Salvador si o no?" Dijo con un hipo elocuente.

Sin embargo, yo no necesitaba pensarlo pues nunca lo he dudado, pero mi conciencia cívica es cien por ciento americana y mi coraje, valentía y truchez son salvadoreños cien por ciento. Lo mire a los ojos con ganas de caerle encima por la falta de respeto y el abuso de confianza y conteste con mi corazón:

"Yo soy Salvadoreño -Americano, le guste o no a quien le guste." Soy un Latino de Nueva York, esa es mi Identidad, la que yo he escogido. Soy multicultural como la Gran Manzana. Amo y respeto a todas las culturas del mundo. ¡Soy el Mundo! Estoy orgulloso de mi herencia Cuzcatleca, como lo estoy de mi herencia americana, vía 30 años viviendo en este país. Y vivo mi vida de acuerdo a la Constitución de la USA. Soy ciudadano y gozo de la protección jurídica y todos los derechos que me conciernen."

De repente, Jaime me indica con un gesto que le preste la guitarra, para él dar su diagnostico clínico. No ha parado con sus apuntes en la libreta. Luego, entre tanta nube de humo, y tanta labia sin sentido, me dice seriamente:

"Vos queres tener sexo depravado con tu madre, y queres asesinar a tu padre. Es el típico caso freudiano del complejo de Edipo. También tenes confusión o trastorno de identidad, decís que sos latino, salvadoreño americano, ciudadano del mundo y un montón de pendejadas. Necesitas ir a ver un siquiatra para que te prescriba algún medicamento para tu loquera. Yo por mi parte no seria objetivo y ademas mis consultas son muy caras. Ve a ver un profesional, es grave cabron. Yo estimo que es por eso que escribís tanta kaka, pues quizás te asienta bien sentirte poeta y evadir quien eres en realidad."

Jaime calló por un instante. Yo no estaba dispuesto a seguir dejándolo hablar, y estaba seguro que quien necesitaba un siquiatra era él no yo. Sin la menor exasperación en mi humor, pues ya había divisado las intenciones de mi amigo Jaime, le respondí sinceramente:

"! Estás loco cerote! Y, lejos de la realidad. Yo me reservo el derecho de elegir quien soy, y no acepto ni espero a que otra persona defina quien yo soy. Tu y Freud se pueden ir bien a la muy mierda para Ámsterdam a fumar marihuana o oler coca, y de paso hacen un trío sexual con tu mamá, desgraciado depravado. No me proyectes tus fantasías e inseguridades sexuales hacia mí."

Presto, Jaime comienza a carcajearse a pulmón abierto, que parecía que se orinaba en el sofá. No paraba de reír y hasta el vino en su copa terminó en su camisa. Tenia una señora borrachera, o como decimos en El Salvador, ‘tenía una verguera de los dioses.' Entonces me di cuenta de inmediato que era otra broma, otra trama de Jaime. Yo no lo pude advertir, y termine sirviéndole como cerdito de guinea. Ambos nos soltamos a reír incontrolablemente. Así es la mistad de nosotros, jodona y llena de pruebas sin sentido. Quien se duerme se lo lleva la corriente o termina con una hernia del carajo. Luego, horas mas tarde se despidió y no lo he vuelto a ver, ya hace más de seis meses. Como extraño a mi amigo Jaime, hoy está viviendo en España. Ojala que no siga bebiendo mucho, se pone loco el hijo-e-puta. Lo quiero mucho, como a un hermano, o quizas como a un loco.

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