Saturday, April 4, 2009

Jerusalem Tierra de Guerras y Martirio

De un gigantesco peñón que se elevaba hasta besar la nube mas baja de Canaán, mas tarde renombrada Jerusalén, se erigió un templo al Dios de los hombres, pues ya dios se había hecho hombre, o el hombre se había hecho dios, no recuerdo muy bien el orden cronológico del suceso. El nombre del templo tampoco importa, basta con saber que era de índole Mono-teísta y se adoraba a un solo dios, el cual, según sus creadores, se comunicaba con sus adeptos en un solo y exclusivo idioma. O sea que para entablar comunicación con él, la persona tenía que saber hablar y leer el lenguaje sánscrito y proscrito de la divinidad, de lo contrario quedaba afuera de los arcos sagrados del paraíso. El decreto estaba claro, Dios era mono-lingue y extremadamente xenófobo con todos aquellos distintos a su estirpe. Era un Dios celoso, vengativo e implacable con todas las características mundanas y humanas mas bajas de la tierra. Simulaba mucho al Dios del viejo Testamento y al arcaico adagio: Ojo por ojo, diente por diente. Sin embargo, en aquella roca de la cual fue construido el primer templo, quedó fatalmente marcado el destino a seguir de toda la humanidad posterior. Aun en estos días, todavía se siente la cola del efecto domino que produce (en Gaza por ejemplo).

Mientras tanto, cuando la piedra del templo recién estaba siendo consagrada y transformada, históricos eventos transcurrían al rededor de Canaan, Jerusalén. Abraham, un mofo, que se burlaba de todos aquellos que creían en el politeísmo, encaminaba los primeros pasos en la creencia en un solo Dios. Ya de avanzada edad, y preocupado de que aun carecía de descendientes sanguíneos, se quedó dormido en la falda del gigantesco peñón. Esa tarde tubo un sueño en el cual, según él, se le urgía a procrear hijos. Eso le causó gran stress, pues su esposa Sarah padecía de timidez sexual desde hacía ya unas décadas. Al llegar a casa le confesó a Sarah lo del sueño, y sumándole sus propias interpretaciones convenció a Sarah de que aquel había sido un mandato de Dios. Sarah, no pudo más que aceptar la visión divina recibida por su marido y accedió a que se encontrara una solución, pues a Dios no se le puede negar nada.

Agar era una bella mulata de curvas finas con rasgos egipcios. Su belleza era tal que enloquecía a quienes la miraran a los ojos, razón por la cual en su calidad de esclava se le exigía que usara un manto para cubrirse el rostro. Una noche mientras se alistaba para meterse a su tálamo, suavemente despojándose de sus trapos, cuando Abraham infraganti invadió su cuarto con la intención de satisfacer su carne. Agar era una virgen de 13 años de edad, pero su belleza la hacia aparentar mas madura. Esa noche fue despojada de su virginidad. A partir de aquí, las visitas nocturnas de Abraham se volvieron mas frecuentes, y él lucia más robusto, más fuerte que nunca. Parecía, que Agar le había devuelto la juventud, la vida. No demoró mucho para que Sarah se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, pero se hizo la indiferente. Estos eran los días en los cuales un hombre podía darse el lujo de tener más de una mujer, pero también existía una jerarquía, la primera esposa tenía potestad sobre las otras que siguieran. Todo iba bien. Sarah y Agar se volvieron casi hermanas y hacían los quehaceres de la casa en paz y armonía, compartiendo el mismo hombre. Abraham se sentía realizado.

Al pasar el tiempo, Agar salió embarazada. Para entonces, Abraham corría la voz de que Dios le había prometido a través de sueños que sus descendientes serían los elegidos para reinar en el reino de los cielos. Nació Ismael, y Abraham era el hombre más feliz de la tierra. A medida crecía Ismael y se volvía la adoración de Abraham, Sarah fue sintiéndose abandonada y celosa, y comenzó hacerle la vida imposible y a demandarle mas tiempo con ella. Llegó hasta prohibirle a Agar que se acostara con Abraham. A todo esto, Abraham buscó consejo de su dios, pero los sueños con el mensaje divino no llegaban. Se le hacía difícil conciliar el sueño por las noches con Sarah reprochándole todo el tiempo, a todas horas del día.

Pronto, por intervención divina o por invención de la mente humana, Sarah salió embarazada con casi 70 años de edad. Nació Isaac, el segundo hijo de Abraham. Para entonces, ya Sarah no era la misma de antes. Había descubierto muchas debilidades en el carácter de su marido, y se había concienciado de su poder sobre él. Las leyes de los hombres de la época, asignaban al primer hijo como mayor hereditario de los bienes de la familia. Sarah aparte de ser astuta, estaba bien informada de los procesos jurídicos, religiosos y culturales del ambiente. Era tradición que las madres, y no los padres, daban la identidad étnica a sus hijos, y aprovechando que ella era la primera esposa de Abraham lo cual la ponía jerárquicamente en posición privilegiada, demandó a que Abraham cambiara su testamento y pusiera a Isaac como su único heredero. En cuanto a Agar, no había ley que la amparara y la defendiera en su condición de esclava, de objeto sexual. Así fue.

Una madrugada, con la luna, las estrellas y Allah de testigos, Agar fue desalojada de la casa de Abraham con su hijo Ismael en los brazos, y por orden de Sarah fue desterrada a peregrinar por los desiertos. La palabra “bastardo” entró al vocabulario común con connotaciones despectivas y sin respaldo legal. Y la fastidiosa frase, “los elegidos de Dios,” se propagó como fuego en hojas secas, la ceniza de tales inventos todavía contamina las páginas de la historia escrita por humanos. Pues los descendientes de Isaac monopolizan la imprenta del momento. Isaac e Ismael, medios hermanos de sangre, hijo del mismo padre Abraham, se volvieron feroces enemigos a muerte. 4.000 años de confusión y guerra han pasado, y todavía Isaac e Ismael no reconocen que la sangre que corre por sus venas proviene de la misma fuente. Todavía Isaac se niega a aceptar a Ismael como su hermano mayor. Todavía Isaac se niega a compartir su herencia con Ismael, sintiéndose el elegido de Dios, sintiéndose el dueño y amo del mundo. Reclamando derechos de propiedad exclusiva intelectual, por la creación de Abraham: el Mono-teísmo. Ismael, todavía deambula por el desierto incomprendido, jurando vengarse de Isaac por robarle su herencia. Dos hermanos, dos religiones, un perpetuo conflicto bíblico, un mismo padre. ¡Hay Jesús, sangre redentora, ayuda a estos hombres a encontrar la paz en esta tierra!

Resulta que hoy en día, todo parece estar escrito en piedra, y se le dan a esa piedra atributos sagrados y característicos humanos, como que si la piedra fuera un cerebro pensante, un dios. Hace 4.000 años que se construyó de aquel peñón saliente de la montaña un templo, una ciudad. Al principio la ciudad fue llamada, “La Ciudad de la Paz,” pero la realidad es que desde su construcción se ha bañado con sangre, y se ha convertido en la arena primordial donde todos los conflictos espirituales terminan una vez más en muerte y violencia. La sangre sigue lloviendo en Canaan (Jerusalen), pero la contienda ha reaparecido con nuevo nombre: religión y territorio (Sin embargo la piedra angular del conflicto aun sigue intacta).

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