Saturday, April 4, 2009

SUENAN LOS TAMBORES DE LA DISCORDIA

Suenan los tambores de la maraña y la animadversión

Anuncian su fatua visión de un mundo lóbrego, vacío

Invitando al culto maravilloso de los dimes y diretes

Salpicando las sonrisas y la paz de los presentes



Suenan los tambores de la discordia y el mal vivir

De la critica mal intencionada, irónica y catastrófica

De los celos vestidos de erudito reproche, luto infernal

Donde el cáliz nunca está medio lleno sino medio vacío



Suenan los tambores y su cacofonía envenena el viento

Cual titiritero de las tinieblas sonríe creando el caos

Tales notas musicales bailan en la oscuridad, solas

Tejiendo su propia soga y su destino agónico, crónico.



¡Ya no suenan los tambores!

Han callado, se han ahogado solos en su batir intento

¡Ya no suenan los tambores! Solo han dejado su ogro rastro

Y la posibilidad de una critica sin ironía, que celebre la expresión individual

Primero, y que incentive a mejorar la forma, la mecánica y el estilo.

Una critica honesta sin aires de superioridad docta y majadera, una critica humilde

Pues es bien sabido que la honestidad sin humildad abre espacio a que

Suenen los tambores...otra vez.

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